En la primera sesión de la mesa itinerante se habló de la cabecera otomí de Huixquilucan, de un conflicto entre pobladores y un párroco en la Colonia y de los códices Techialoyan.
Cada día, el avance de la urbanización y la construcción de carreteras y otras obras destruye vestigios arqueológicos, como los que se pierden en los caminos centenarios que unen el Valle de Toluca y el Valle de México, a través de la Sierra de Las Cruces, y pasan por municipios mexiquenses como Huixquilucan.
En la primera sesión de la mesa itinerante dedicada a ese municipio, el arqueólogo Rubén Nieto Hernández, del CUT de la UAEMex, expuso la ponencia «La cabecera otomí de Huixquilucan: un centro de poder de la Sierra de las Cruces», en la que habló de la destrucción de grandes segmentos del camino hecho en tiempos prehispánicos que luego fue el camino real en la Colonia, y que las obras de la carretera que va de Atarasquillo al aeropuerto también han provocado la desaparición en porciones todavía no calculadas.
En su exposición, dio a conocer que la ocupación humana en esa zona podría datar del año 1200 a. C. y habló de los resultados del proyecto de investigación que propone a Huixquilucan como la cabecera otomí en la montaña, considerada un escenario determinante para la interacción de las dos regiones del centro de México.
Se refirió a las peregrinaciones a los lugares sagrados, como el recorrido de Ignacio Allende a la Iglesia vieja de la Concepción del 15 de mayo, donde los arqueólogos consideran que estuvo la cabecera del legendario centro de poder otomí de Huixquilucan.
Nieto Hernández ofreció abundante información, entre la que destaca la relativa a la existencia de un gran camino de tierra que comunicaba a Toluca con Tacuba y otro, conocido como el camino real de tierra adentro, vestigios que se están destruyendo, pese a que las rutas planteadas por el INEGI hoy, coinciden con las antiguas.
Alfa Viridiana Lizcano Carmona, doctorante por la UNAM, expuso «Religiosidad otomí del Huixquilucan colonial a partir de un proceso por idolatría a finales del siglo XVII», en que detalló el conflicto entre pobladores y un párroco que los acosaba, y a quien pidieron remover por los malos tratos que les daba, y llegó incluso a hacerles una acusación por idolatría, lo que permitió a la investigadora afirmar que los indígenas fueron agentes activos de la colonización, buscaron mantener sus tradiciones, dando continuidad a sus prácticas, modificándolas, y coincidió en que la mancha urbana «se está comiendo» los vestigios.
Por su parte, el historiador Raymundo Martínez García, coordinador de Investigación de El Colegio Mexiquense y organizador y moderador de la mesa itinerante, hizo una amplia exposición sobre los códices Techialoyan de Huixquilucan -el que específicamente lleva ese nombre está publicado por El Colegio Mexiquense-, que son documentos de la época virreinal, entre finales del siglo XVII y principios del XVIII.
De la información que compartió destacó que a la fecha se tiene conocimiento de 44 ejemplares de códices de la serie Techialoyan, procedentes de la hoy Ciudad de México, el Valle de Toluca, Hidalgo y Calpulalpan, Tlaxcala, los cuales están elaborados sobre fibras de amate, a diferencia de los más antiguos, que están hechos en amate y cubiertos con una capa de cal.
Los Techialoyan eran poco conocidos a principios del siglo XX y se trabajaron a partir del estudio pionero de Federico Gómez de Orozco, en 1930, dedicado al de San Antonio la Isla; se trata de documentos que hacen una memoria histórica construida de manera particular, pues se narra el pasado a través de los ojos de los redactores y se destacan de cada pueblo, cabeceras o pueblos sujetos, la antigüedad y relación con personajes prestigiosos de la época prehispánica, señaló el investigador.
Comunicado de prensa 027/2022.
Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, Estado de México, 5 de mayo de 2022.